viernes, 23 de agosto de 2013

El calor no le sienta bien a mi corazoncito.

A veces solo es necesaria una vieja libreta para poder ser libre, escribir en unas cuantas hojas toda la mierda que se te pase por la cabeza, sin orden, sin sentido. Porque la vida es esto, la vida es un remolino, una locura, la vida es un montón de momentos abstractos (o raros); que a mis 18 años aún no he encontrado, en este lugar, algo con una métrica perfecta, porque la poesía es bonita, pero la locura y el caos son reales.
Se me hace raro escribir más de dos lineas, ya no es una de mis costumbres escribir lo que pienso, siento y respiro. Que cuando la musa te abandona, la letra empeora, y la guarra de mi musa me abandonó porque, supongo, que mi arte no le parecía suficiente bueno.
No sé por qué un desconocido y su canción oculta en algún callejón de Barcelona me hacen recordar cómo sentirme libre, cómo volver a mi yo real. Porque mentirle a mi libreta y hacer que mi boli escriba mentiras, me parece demasiado horrible como para hacerlo real.
A veces me pregunto cuándo me recogerán del suelo y cuándo podré volver a ese lugar que conocí hace años; y es que es jodido hacer ver que no echas de menos el cielo una vez estás en el infierno. Supongo que el riesgo de vivir es morir, y el riesgo de levantarse es volverse a hundir.
Es hora de dejar escapar a la canción, dejar en paz a su autor y, esta vez, ser yo lo que se pierde por Barcelona.