Os escribo refugiada debajo de una manta y movida por las notas de un piano.
No escribo desde hace tiempo porque no sé que decir, porque las cosas se me han acumulado y me he quedado en blanco. Aún se me hace raro que aquí pueda escribir lo que quiera, sin miedo a que alguien se sienta ofendido, sin miedo a que alguna persona se dé por aludida, sin miedo a consecuencias sin miedo a plasmar una parte de mi que muchas veces no quiero enseñar.
Creo que es hora de escribir sobre su regreso. ¿Cómo os sentiríais si después de echar de menos a una persona todo un año apareciese de nuevo? ¿Cómo os sentiríais si después de aprender a odiar a alguien durante un año, llegase e hiciese que se te olvide todo? Olvidad la respuesta a las dos preguntas, jamás lo sabréis si no lo vivís Por si alguien no se ha dado cuenta, soy de esas personas que parecen fuerte pero luego se derrumban con poco, perdonan cualquier cosa y aman como tontas. Esto último era necesario para que me entendieseis, si es que queréis hacerlo. Muchos se creen que soy tonta por dirigirle la palabra, a mi me da igual. Supongo que cuando alguien se ha convertido en lo más importante de tu vida durante un trocito de tu vida, da igual lo que haga, siempre le tendrás cariño y, sobre todo, le tendrás en tu recuerdo. Creo que lo que hoy me hace daño es el miedo a darme cuenta de que le quiero más que a un amigo. Creo que lo que hoy me mata es darme cuenta de que aún me tiene en su recuerdo, igual que yo le tengo en el mio.
Las notas del piano han huido, cuando vuelvan yo volveré. Me sorprende que aún haya gente que dude que la música mueve el mundo.
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